No voy a hacer la clásica de “yo quería ser Madonna mientras
veía videos de Gloria Estefan”, lamento decepcionarlos, pero no soy un modelo "gay/bisexual/o-como-deseen-decirle" clásico.
Mis influencias fueron la década en la que nací, como dije en la entrada anterior, soy una hija de los años 90 y eso lo puede decir todo. Pero como amo entretenerlos con mis infidencias les contaré.
Mis influencias fueron la década en la que nací, como dije en la entrada anterior, soy una hija de los años 90 y eso lo puede decir todo. Pero como amo entretenerlos con mis infidencias les contaré.
La maravillosa y plástica Pamela Anderson en Baywatch y Barb
Wire, la amazonia de Lucy Lawless en Xena, la colegiala de Britney Spears me
hicieron nena a la fuerza, una nena calzada en rosa y cabellos rubios para
contrastar mi pálida piel de princesa. De niñito me decían que tenía una piel
de porcelana, era súper delicado, muy drama queen que lloraba y tenía
caprichitos, pero nada fuera de lo común.
A escondidas ya sabía que algo pasaba dentro mío; no
cualquier niño “común” susurra cosas referentes a los Backstreet Boys o a Leo
DiCaprio, o tiene sueños de querer ser princesa. Pero reconozco haberme
demorado en explotar, me aguanté hasta los 14 años para la primera bombacha.
Meanwhile, influencia tras influencia, la televisión y el
cable mostrando escenas de BDSM, de transexuales y de sexo que miraba a
escondidas de mi familia era la forma de asombrarme de que no todo iba con la
corriente. Un bello carnaval de colores y sensaciones. Como olvidar ese
episodio de Mi Guión en Discovery Kids (Pueden encontrar este programa como
Incredible Story Studio en Youtube) donde un niño era, por acción de un
hechizo, convertido en un fanboy de una muñeca símil Barbie.
Esas cosas influencian chicas, ¿o acaso van a negármelo?
Luego llega la angustia, el querer volver a ser un niño
normal, teniendo una novia en el kínder, intentando que la fachada nos
convierta en algo que no somos, pero en un momento sucumbe, lo que esta latente
necesita salir a la luz. En mi caso fue el ver pornografía, divinos canales
como Venus o Playboy TV me hicieron darme cuenta de que el Sexo Anal era una
realidad y mis dedos y su curiosidad pudieron mas que mi frágil hombría.
Doce
inocentes años, la pubertad empezaba y ya empezaba mi confusión, y con ello el
ir al baño y tomar aquella bombacha negra por primera vez, un romance entre la femineidad
y mi persona había iniciado…