viernes, 29 de junio de 2018

La exposición escolar...


Saben que, me importan poco las mojigatas que se ofenden, los machitos que se burlaban y ahora aman ser la diva de Palermo Red. Yo siempre fui quien quise y me encantó, en la oscuridad de las sombras de un closet floreado o frente a una audiencia de hombres cibernéticos.

Lo escribo porque me salió de adentro, así como todo lo que pongo en este blog. No me victimizo, pero no olvido, porque ahora los que se hacen los open mind no lo eran tanto cuando década atrás humillaban. Y no se preocupen, porque sus Facebook siguen tan abiertos como sus agujeros anales invadidos por la curiosidad de un falo ajeno.

La princesa despertaba ante la voracidad del internet, y sus compañeros eran un grupo de revoltosos inmaduros. La princesa era un niño nerd, bien traga (en el sentido de la jerga inocente, sepan comprender). Un colegio con nombre de Santo era mi escenario, para que el friendzoneo de chicas bellas pero algo cerradas de mentes aparezca, y algo en mí se despertó, el mundo era más amplio que un patio de colegio.

Plena adolescencia, quinceañera era la princesa. Y esos viriles jóvenes que molestaban a quienes íbamos a trasmano no perdieron la oportunidad de desatar su furia infernal contra un objetivo tan fácil como era yo.

El Messenger y la pobre confianza que le tenía la princesa a una compañera hicieron el resto, imágenes viralizadas, comentarios viralizados. Un carnaval de cosas que ocurrieron aquel fin de semana trágico. Y el lunes llegó, la princesa no estaba preparada, y eran todas burlas, risas y canticos.
La princesa no sé cómo pudo sobrellevar eso, porque contrastaba esa imagen de puta con su tierna e inocente imagen de niño nerd. Ellos podrán haber ganado, pero la princesa ganó porque le tomó gustillo a la humillación. Las lágrimas pasaron a ser gemidos solitarios entre cuatro paredes. La princesa mintió en casa, todo está bien, no pasa nada, cambio de school please, y mami y papi aceptaron.

A los meses la princesa burlonamente agradeció a ese sol que la expuso, y ella rió y bloqueó. Nunca más se oyó el nombre de la princesa nerd en ese colegio, porque por mas genial que fuera, preferían cerrar el culo antes que abrir su corazón a rendirle pleitesía.

viernes, 1 de junio de 2018

La favorita del chat…


Ya tenía la bombacha y el corpiño, era hora de las fotis. Imposible no retratar mi caída en este abismo rosado, posando, metiéndome cosas, moviendo la cola; un sinfín de imágenes llenaban mi celular y el cable USB hacia la computadora para entrar en una carpeta donde daba rienda suelta a la puta dentro mio…

Pero como saber si lo que hacia estaba bien, pero el bendito Internet me despejó las dudas y me hizo borrar mi total inocencia sobre lo que era en realidad. Al principio era meterme a escondidas en un sitio porno, viendo videos o fotos de lesbianas, pero luego esas lesbianas pasarían a ser dos travestis con penes enormes llenos de presemen que mojaban los labios de asiáticas ladybois. Mi inocente mente heterosexual se volvía cada vez mas bisexual, mas falocentrica y mas pasiva que nunca.

Alli entraron los artículos de Wikipedia, los foros y blogs, como este, que explicaban que eran las crossdressers, lo que eran las sissies… y yo era una sissy fetichista y sumisa, le caiga a quien le caiga. Pero ese camino espinoso de ir descubriendo que era solia intercalarse con las salas de chat, las queridas y muy sucias salas de chat. Si los sauna y baños eran los puntos de encuentro en los años 80, los chats fueron, desde la década del 2000 hasta parte de la actualidad, en los lugares donde una expresaba su putez al máximo.

Muchas ventanitas abrían y muchos hombres grandes, como dice aquel reggaetón nuevo, me escribían, halagos, piropos, deseos de conocerme. Pero obviamente le sabia ganar al sistema, sabia que no estaba bien lo que hacia y cancelaba cualquier oportunidad de conocer gente, no iba a meterme en una situación peligrosa que me haga confesar lo nena que era ante la family.
Mi adolescencia estuvo enmarcada en un monitor de computadora, con el MSN a la cabeza, y las salas con hashtag GAY, TRAVESTIS, BDSM eran los lugares donde era la puta de mis fantasias mas perversas y sumisas…

Todo hasta que mi colegio se interpuso, con su estúpido conservadurismo, para hacerme caer en su trampa: ¿El nene bueno iba a ser la nena puta y trola o no? Mis amados lectores, lo sabran en la próxima entrada…


Genesis…


La maricona habia descubierto que la cola servia para sentir placer, tanto porno durante un par de años hizo que a los tiernos doce esos dedos exploren esa nueva sexualidad. Pero no quedaba ahí todo, si una quería disfrutar como una chica, ¿por qué no probar vistiéndose como una?

Mi madre fue la primer y única victima, ella sin saberlo me dejó a su disposición sus bombachas de lycra negras, las cuales tomé sin pedir permiso y entré al baño, previo baño, también tomando un corpiño blanco 
y rellenándolo con algodón.

Lo que resultó fue el sentirme extasiada, verme frente al espejo en lencería de mujer, con los labios y parpados pintados como una nena, posando y bailando me hizo tener un explosivo orgasmo, y no pude evitarlo, lo único que evitaba era el ser descubierta. Que mis jugos no se derramen y no me delaten porque eso significaría una obvia pregunta inquisitoria por parte de mi madre.

Me sentí una puta y me encantó, era inevitable volver atrás, son pasos de una escalera que va perdiendo peldaños. No podes retroceder sin caer en un abismo. La oscuridad de la sombra de ser descubierta siempre estaba allí y yo no podía darme el lujo que mami y papi se enteraran. Siempre todo a escondidas, en el baño, esas cuatro paredes que vieron mi crecimiento como la maricona que soy.

Catorce años, esa tierna edad, las puertas de una turbulenta adolescencia se abrirían para mi, la confusión me invadiría y muchas cosas ocurrirían pero eso es para otra entrada…