La maricona habia descubierto que la cola servia para sentir
placer, tanto porno durante un par de años hizo que a los tiernos doce esos
dedos exploren esa nueva sexualidad. Pero no quedaba ahí todo, si una quería
disfrutar como una chica, ¿por qué no probar vistiéndose como una?
Mi madre fue la primer y única victima, ella sin saberlo me
dejó a su disposición sus bombachas de lycra negras, las cuales tomé sin pedir
permiso y entré al baño, previo baño, también tomando un corpiño blanco
y rellenándolo
con algodón.
Lo que resultó fue el sentirme extasiada, verme frente al
espejo en lencería de mujer, con los labios y parpados pintados como una nena,
posando y bailando me hizo tener un explosivo orgasmo, y no pude evitarlo, lo único
que evitaba era el ser descubierta. Que mis jugos no se derramen y no me
delaten porque eso significaría una obvia pregunta inquisitoria por parte de mi madre.
Me sentí una puta y me encantó, era inevitable volver atrás,
son pasos de una escalera que va perdiendo peldaños. No podes retroceder sin
caer en un abismo. La oscuridad de la sombra de ser descubierta siempre estaba allí
y yo no podía darme el lujo que mami y papi se enteraran. Siempre todo a
escondidas, en el baño, esas cuatro paredes que vieron mi crecimiento como la
maricona que soy.
Catorce años, esa tierna edad, las puertas de una turbulenta
adolescencia se abrirían para mi, la confusión me invadiría y muchas cosas
ocurrirían pero eso es para otra entrada…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario