Saben que, me importan poco las mojigatas que se ofenden,
los machitos que se burlaban y ahora aman ser la diva de Palermo Red. Yo
siempre fui quien quise y me encantó, en la oscuridad de las sombras de un
closet floreado o frente a una audiencia de hombres cibernéticos.
Lo escribo porque me salió de adentro, así como todo lo que
pongo en este blog. No me victimizo, pero no olvido, porque ahora los que se
hacen los open mind no lo eran tanto cuando década atrás humillaban. Y no se
preocupen, porque sus Facebook siguen tan abiertos como sus agujeros anales
invadidos por la curiosidad de un falo ajeno.
La princesa despertaba ante la voracidad del internet, y sus
compañeros eran un grupo de revoltosos inmaduros. La princesa era un niño nerd,
bien traga (en el sentido de la jerga inocente, sepan comprender). Un colegio
con nombre de Santo era mi escenario, para que el friendzoneo de chicas bellas
pero algo cerradas de mentes aparezca, y algo en mí se despertó, el mundo era más
amplio que un patio de colegio.
Plena adolescencia, quinceañera era la princesa. Y esos
viriles jóvenes que molestaban a quienes íbamos a trasmano no perdieron la
oportunidad de desatar su furia infernal contra un objetivo tan fácil como era
yo.
El Messenger y la pobre confianza que le tenía la princesa a
una compañera hicieron el resto, imágenes viralizadas, comentarios viralizados.
Un carnaval de cosas que ocurrieron aquel fin de semana trágico. Y el lunes
llegó, la princesa no estaba preparada, y eran todas burlas, risas y canticos.
La princesa no sé cómo pudo sobrellevar eso, porque
contrastaba esa imagen de puta con su tierna e inocente imagen de niño nerd.
Ellos podrán haber ganado, pero la princesa ganó porque le tomó gustillo a la
humillación. Las lágrimas pasaron a ser gemidos solitarios entre cuatro
paredes. La princesa mintió en casa, todo está bien, no pasa nada, cambio de
school please, y mami y papi aceptaron.
A los meses la princesa burlonamente agradeció a ese sol que
la expuso, y ella rió y bloqueó. Nunca más se oyó el nombre de la princesa nerd
en ese colegio, porque por mas genial que fuera, preferían cerrar el culo antes
que abrir su corazón a rendirle pleitesía.
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